CINEMA PARADISO | Joker, lo peor de tener una enfermedad mental es que las personas esperan que actúes como si no la tuvieras.

Lo peor de tener una enfermedad mental es que las personas esperan que actúes como si no la tuvieras. Esta frase que Arthur Fleck escribe en su libreta, cuya función es de diario y notas de comedia junto con otros pensamientos, captura la esencia del mensaje que trae consigo la cinta de Todd Phillips, la cual está rompiendo todos los records de octubre.
La ganadora del León de Oro en Venecia se estrenó el pasado fin de semana en las salas de cine, y en sólo 3 días ha conmocionado a las audiencias provocando diversas reacciones por parte del público.
En su esencia, la película lo tiene todo, desde la gran dirección por parte de Phillips, pasando por un diseño de producción sencillo que más que crear una ciudad gótica, disfraza a un Nueva York en un día cualquiera. Lo logrado técnicamente por el cinefotógrafo Lawrence Sher es también parte de la vestimenta del protagonista, Sher lleva años ya trabajando de la mano de Todd Phillips y ahora por fin tuvo un proyecto para lucirse y destacar con las tomas tan personales y la paleta de colores que acompaña la película. De igual forma la música elegida acompaña de manera estupenda al protagonista de la cinta complementando las danzas de locura que el payaso suele tener en sus momentos de éxtasis, un remate ideal para generar una experiencia audiovisual impactante.
La interpretación de Joaquin Phoenix es punto y aparte, este actor lleva ya diversas películas donde todo el peso emocional de la cinta está cargado sobre él, desde su brillante interpretación de un soltero enamorado de un sistema operativo en Her, pasando por su papel de vengador social en You were never really here para por fin graduarse con maestría por la interpretación de este enfermo mental. Creando no sólo al personaje en su mente sino en cada uno de sus detalles físicos, entregándose literalmente en cuerpo y alma a la construcción de este personaje.
Honestamente yo no veo posible por más que el público así lo desee, que este actor pueda volverse a meter en la piel del maniaco payaso, y no porque no crea en las segundas partes o porque simplemente no me guste la idea. El problema radica en que volver a meterse en la mente de esta persona es una carga mental y emocional muy pesada para cualquier persona, y sin duda sería traumático para el actor.
Ya hablando de la historia, considero que Joker no se trata de la enfermedad mental de Arthur Fleck, es más bien de la sociedad que lo empuja al límite de la locura. En diversos eventos durante la película vemos como el protagonista es abusado por distintos grupos de personas, ya sea de manera física o emocionalmente, miembros de una sociedad que cada día se aleja más de la compasión, la empatía y el entendimiento, pero sobre todo se aleja de todos los valores que forman un tejido social sano, y en lugar de buscar una inclusión de las minorías, prefieren aislarse en el cobijo de su mayoría. Refugiándose en su círculo logran sumergirse en ideales que sólo les favorecen a ellos y olvidan por completo el sentir de los demás.
Si bien Joker sucede en Ciudad Gótica, su historia podría suceder en cualquier ciudad del mundo, y no hay que ir muy lejos, simplemente en las últimas semanas en la ciudad de México nos hemos topado con eventos de protesta que escalan en violencia y que lastimosamente, en cierto sentido, superan a la ficción que se retrata en la película de Todd Phillips.
Los ciudadanos de esta Ciudad Gótica retratan el día a día de una gran cantidad de ciudades cosmopolitas alrededor del mundo, donde las mayorías dominan y buscan dividir y polarizar a la sociedad, generando sólo dos bandos posibles, los ricos y los pobres, los de derecha y los de izquierda, los chairos y los fifís o demócratas y republicanos.
En el mundo estamos a un punto de locura de que surja un tipo como Arthur Fleck, de hecho, ya hay algunos que sin disfraz surgen desgraciadamente en algunas partes de Estados Unidos, enfermos que de casualidad o incluso por causalidad prendan la mecha de esa bomba que hemos estado construyendo todos a nivel mundial con cada dejo de indiferencia y cada enfrentamiento basado en la intolerancia que muchos líderes insisten en alimentar en lugar de conciliar. Líderes que sólo usan su poder para estigmatizar y dividir, generando así un apego con un cierto círculo de la población, grupo suficiente para mantenerlos en el poder y desde ahí poder mover los hilos que mejor se ajusten a sus torcidos ideales e intereses.
Quizá esta versión del enemigo de Batman no es la película que necesitábamos en este momento, pero si es la película que debemos de ver, y no porque el personaje recurra a la violencia como escape a su enfermedad o a la sociedad, si no por el contrario, verla para entender lo que hemos estado haciendo mal año tras año en una vorágine sin fin, que eventualmente nos colocará en el clímax de una catarsis social.
Joker refleja un mensaje claro, debemos de aprender a escuchar a las personas que no concuerdan con nosotros, claro que es magnífico cuando nos encontramos en un círculo donde todos opinamos igual, donde todos creemos en lo mismo, y podemos luchar por los mismos ideales, pero si no escuchamos a la contraparte nos estamos perdiendo de una gran fracción de lo que significa ser una sociedad, y no podemos siquiera pretender que estamos en el camino de construir un mundo más justo y más pacífico como creo todos quisiéramos, si sólo lo construimos con base en nuestras convicciones, es necesario escuchar a la contraparte para poder llegar a un punto medio donde todos tengamos algo a lo que aferrarnos. Si le quitamos todo y absolutamente todo a cierto sector de la población lo único que vamos a ocasionar es constante inconformidad, la cual nos conducirá a la protesta, estas cargadas de disturbios, las cuales sumadas generarán una anarquía que finalmente nos llevará a una catarsis social de la que creo deberíamos escapar.
Nuestro enfoque como sociedad debería estar en no ahuyentar constantemente a las personas que no coinciden con nosotros, o peor, aún aquellas que por un mal patológico no pueden comportarse como nosotros, no podemos seguir pensando que los demás deben ajustarse a nuestros intereses, el entendimiento de quienes son y piensan diferente a nosotros es la clave para lograr una paz social. Garantizar el derecho a las personas a su libertad de decisión y expresión, dejando nuestras diferencias a un lado con tal de garantizar la libre creencia de cada ser humano. Al final del día el Joker nos invita a preguntarnos… ¿estamos viendo una película acerca de un enfermo mental? O ¿de una sociedad enferma?